El asesinato de dos agentes forestales en Lleida ha provocado no solo la indignación social, también ha puesto de manifiesto lo que en diversas ocasiones han reprochado los propios Agentes Medioambientales, también en Castilla-La Mancha, que cuando salen a patrullar por el monte realizan su trabajo en situaciones de seguridad muy precarias, puesto que no llevan ningún tipo de arma y se tienen que enfrentar, por ejemplo, con cazadores furtivos que van parapetados como auténticos profesionales. Los agentes solo tienen su palabra y su uniforme, pero solo eso no sirve…
Por eso hemos querido hacer un repaso a situaciones que los Agentes Medioambientales de nuestra comunidad autónoma han vivido, momentos tensos en los que incluso han llegado a temer por sus vidas.
Casos reales como, por ejemplo, el que vivió un agente con muchos años de experiencia y que cuando pidió la documentación a un hombre que quería cazar en una zona de seguridad en un arroyo «me encañonó con una escopeta». Así, sin más. «Íbamos dos agentes y de inmediato le pedí que se tranquilizara. Pasados unos segundos, bajó el arma». El asunto terminó en los Juzgados, «pero al hombre le cayó una multa de apenas 20 ó 30 euros al mes».
EL FURTIVO QUE IBA CON SU PASAMONTAÑAS, SU RIFLE CON SILENCIADOR…
¿Qué hacer cuando te sucede algo así y no tienes con qué defenderte? Pues utilizar la palabra y confiar en la capacidad de persuasión que tengan, pero porque no les queda otra opción. En un servicio antifurtivismo, de los que montan de forma habitual los Agentes Medioambientales, uno de ellos se encontró con un hombre en mitad de la sierra, en la provincia de Cuenca, que llevaba su pasamontañas y un buen rifle con silenciador. No se cortó, no… Porque le dijo al agente que estuviera calladito y que se fuera… Como bien pueden imaginar, el agente se marchó. Y aunque posteriormente realizó la denuncia, ¿de qué sirve?
Y es que, como afirma en declaraciones a encastillalamancha.es Miguel Ángel Martín Sosa, presidente de la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales (APAM) de Castilla-La Mancha, «en muchas ocasiones, cuando se han celebrado juicios por casos como estos, ni se han presentado los servicios jurídicos de la administración para defendernos. Es más, somos nosotros quienes nos tenemos que buscar abogados y pagarlos por nuestra cuenta».
LE CORTARON EL CAMINO POR AMBOS SENTIDOS Y LE PREGUNTARON SI TENÍA ALGO QUE DENUNCIAR…
Otra historia de miedo fue la que vivió otro agente, cuando entró en una finca para realizar una inspección y se encontró con que le cerraron el camino por donde iba tanto por detrás, con un candado, como por delante, colocando un camión lleno de paja. Y le coaccionaron preguntándole que si tenía algo que denunciar. Fue una retención ilegal en toda regla, por lo que en ese momento reaccionó llamando a la Guardia Civil.
También han vivido numerosos casos de amedrantamiento, como a la agente a la que llegaron a amenazar de muerte con pintadas en un inmueble de su propiedad e incluso la dejaron, allí mismo, una lata de gasolina.
O al que fue a realizar una inspección a unos madereros en pleno monte y uno de estos le dijo que si se ponía muy estricto un día se le iba a escapar la motosierra…
¡Para disfrutar de su trabajo por el campo!
SE PASÓ UNO DE LOS DEDOS POR EL CUELLO, DICIÉNDOLE POSTERIORMENTE QUE LE IBA A MATAR…
O el día que iban tres agentes en coche y se cruzaron con un individuo que iba en el suyo. Uno de los agentes le había denunciado previamente y cuando el individuo le vio se pasó uno de los dedos la mano por cuello, diciendo posteriormente que le iba a matar, que le iba a pegar un tiro y a levantar la tapa de los sesos…
También recuerda un agente el caso que vivió en una zona próxima a la ciudad de Toledo. Vio a un hombre con su delantal y todo puesto haciendo fuego y con un hacha de carnicero para partir las costillas que iba a asar en la barbacoa. En ese momento le pidió que apagara el fuego y el hombre, sin llegar a amenazar, hizo el ademán de levantar el hacha. Inmediatamente el agente le pidió que lo bajara y, por fortuna, aquí paz y después gloria. Pero el susto no se lo quitó nadie.
Incidentes que no solo suceden en el campo. Un día festivo, un agente medioambiental llegó a su casa y se encontró con que había un coche cruzado delante de la puerta de su garaje impidiéndole que entrara. Como sabía de quién era, fue a un bar próximo donde pensaba que iba a estar. Así fue. En ese momento salieron tres personas, quienes le insultaron y empujaron. No pasó a mayores y acto seguido se marcharon, pero el agente fue claramente intimidado.
O el hombre que sacó una navaja cuando le advirtieron que no podía pastorear por una zona concreta…
O el furtivo de trufas que le dijo a un agente que ojo con lo que le decía que él sabía dónde vivía y quién era su familia…
O al que le colocaron carteles insultantes y amenazantes por el pueblo donde vive con amenazas tan sutiles como «te voy a pegar un tiro».
«TODO ESTO ES EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, SI ESTO SIGUE ASÍ…»
«Todo esto es el pan nuestro de cada día», tal y como recalca Martín Sosa a encastillalamancha.es. «Estamos desprotegidos y nos vemos solos cuando tenemos un problema jurídico. Y si esto sigue así, más pronto que tarde, por desgracia, veremos en Castilla-La Mancha sucesos como los ocurridos en Cataluña».
Historias de miedo…
De hecho, APAM CLM pidió, el martes 24 y a través de Twitter, al consejero de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo, que imitara al Gobierno catalán, que estudia dar chalecos y cámaras a sus agentes rurales y dotarles de armas. «Que cunda el ejemplo y nos dote de medios antes de tener que lamentar tragedias», escribieron.
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